28.8.06

La persistencia de la nostalgia

Ríos corren a través de cavernas inconmensurables para el hombre, hasta un mar sin sol, tristes, solitarios se dirigen hacia el gran final ¿Pueden ser más? ¿Pueden sentir algo más de lo que sienten?,si al fin de cuentas sólo se convertirán en mar, nunca más volverán a ser lo que fueron, nunca más volverán a saciar la sed de las montañas, sólo un fragmento de ellos se convertirá en nube, pero ¿Volverán al lugar?.

Entonces ¿el mar es una gran tragedia?,triste papel de verdugo el que juega,¿Qué puede hacer para evitarlo, es su destino?¿Es la sumatoria de la muerte de los ríos ?

Y sólo se pregunta ¿Qué soy, cómo es que estoy frente a esta situación, qué actitud debo tener, cómo debo hacer, qué sucederá?

Aún así acércate, mas si no eres el adecuado no se te manifestara tu sentido.

Aliméntate, debes saber hacerlo sin culpa. Busca en el fondo de ti la verdadera fuente dela verdad ¡¡¡NO TEMAS!!!



Fermín Ocampo // sábado 26 de agosto de 2006 // una hora de algo parecido a la inspiración entre las 4:30am y las 5:30 AM.



Bueno la otra noche me vi en la necesidad de terminar de alguna manera la inquietud literaria LA PERSISTENCIA DE LA NOSTALGIA AHÍ LES VA.

SE TITULA LA’ETITIA

LA’ETITIA

Dejo que se pierda mi egoísmo (que tanta nostalgia te produce) y entrego mi ilusión de ser aparte.

Actuo por nuestro bien, me beneficio y te beneficio.

No estoy en disputa contigo, si somos uno. Mi obsesión de vivir solo sugiere la preocupación de mi muerte, no te agunsties por ella (que es tu vida). De todas maneras, mi ser más profundo sabe que somos uno, sabe que mi muerte es tu vida, ella no me espanta por que sé cómo desprenderme de ella. No lo digo desde la razón, lo sé por el silencio.

Cuando me desprendo de lo que soy, llego a ser lo que podría ser ( eso eres tu, que no te angustia )

CUANDO ME DESPRENDO DE LO QUE TENGO, RECIBO LO QUE NECESITO

CUANDO ME ENTREGO, SOY MAS.

CUANDO ME SIENTO MAS DESTRUIDO, CREZCO.

CUANDO NADA DESEO, TODO VIENE A MI.

CUANDO MAS MUERO, MAS VIVES.

No me apresuro jamás, por que eso me impedirá llegar.

He aprendido a desprenderme, no necesito temer a la muerte.

Tu nostalgia es solo rudimentaria.

Estoy contento con lo que tengo.Mis metas son claras, pero sé perfectamente que ellas no son tu nostalgia.

Solo tienes la sabiduría de la muerte pero jamás te alcanzará si no tienes la sabiduría de la vida.

Sencillamente complácete en la danza de la existencia.

FIN.

Fermín Ocampo. Viernes 1 de agosto de 2006.

Simples palabras de aliento para la no persistencia de la nostalgia.

26.8.06

A-mar abierto

Vengo cruzando el mar,
mi caminata destroza las olas
Hundo en la arena mis pies,
quiero penetrar la superficie.
Vuelvo de lejos,
para apaciguar la histeria
para crear preguntas
y reformular mis juicios.

Vengo cruzando el mar,
me soy distinta
quiero romper mis desgracias,
asi, tan terráquea.

Quiero adivinar tu origen
aprenderte a cruzar el mar,
que me enseñes a deletrear
lo que quiero hacerte.



M. A. M
Grupo Astrolabio

25.8.06

Hermeticidad de una historia templada.

¡Qué bravo se vino este invierno! Perdone Usted que haya interrumpido nuestra conversación. Es que en esta época del año, si uno no se asegura que estén todas las ventanas bien cerradas, el menor chiflete puede enfriar toda la casa. Y Usted sabe cómo son las casas viejas. Esta con lo grande que es tarda días en calentarse. Mi abuela decía que con frío no se puede dormir. Lo que hacía en los primeros días de invierno, cuando la casa aún estaba fría, era ponernos a cada uno un ladrillo caliente a los pies de la cama por las noches Y ella lo había aprendido de su abuela. ¿Cómo se pierden los hábitos, no? Mis nietos ahora viven en un departamento y tienen una de esas estufas modernas que en veinte minutos calientan la habitación entera. ¿Tiene nietos, Doctor? Los míos igualmente no le tienen miedo al frío. Bah.. ¡Como todos los chicos! Incluso yo de chica era así de loca también. Cuando nos íbamos a San Carlos a visitar a mi tía Olga… ¿Conoce Usted Bariloche? Yo amo los paisajes, pero no me gusta el frío. Sin embargo, me acuerdo que con mis primos quedábamos encantadísimos con la nieve. Jugábamos durante horas. Mi mamá siempre temía que yo me enfermara. Eso yo lo entendí recién cuando tuve mis hijos. ¿Tiene hijos Usted? Los míos viven lejos. Ya casi no los veo; sólo para las fiestas. Yo antes iba seguido a visitarlos. Ahora tengo miedo de salir… y más con este frío.
El otro día me contó Etelvina que mataron a un muchacho acá en la esquina. Parece que venía de una manifestación. Sí, acá en la esquina. Me contó Etelvina, porque yo no oí. Estando acá con todo cerrado uno no se entera qué es lo que pasa afuera a menos que le cuente alguien. Al parecer eran los chicos de un colegio que querían viajar gratis en colectivo. ¡Si serán! Verá Usted, a nosotros nadie nos regaló nada y nunca nos faltó un plato de comida calentito en la mesa, un regalo en navidad, ni un paseito por el centro de tanto en tanto.
Cuando yo era joven me encantaba ir al teatro. Íbamos con mi papá y con mi mamá cuando era mi cumpleaños y mis hermanas se quedaban en casa. Más adelante con mi marido –que en paz descanse- íbamos al cine. Dejamos de ir cuando se enfermó. Ahora miro televisión. Cuidando a mi esposo me acostumbré a estar sola en la casa. No salgo casi nunca, sólo lo indispensable para comprar cosas para la casa y comida.
Hablando de comida. ¡Mire la hora que es! Supongo que en su casa su familia lo debe estar esperando para cenar. Lo acompaño hasta la puerta, así me aseguro que quede bien cerrada por que si se llega a mandar el chiflete se puede enfriar toda la casa, y con frío después, no se puede dormir.



Mariana Vilarullo

…y la historia comienza

La época de la Burguesía se caracteriza y
distingue de todas las demás por constante
desplazamiento de la producción, por la
conmoción interrumpida de todas las
relaciones, por una inquietud y una dinámica
interesante

Las relaciones inconmovibles del pasado, con
todo su sequito de ideas y creencias viejas y
venerables, se derrumban, y las nuevas
envejecen antes de echar raíces.

Todo lo sólido se desvanece en el aire, todo lo
sagrado es profanado, y al fin, el hombre se ve
forzado, por las fuerza de las cosas, a contemplar
con mirada fría su vida y sus relaciones con los
demás.


Marx y Engels.
Fragmento del manifiesto del partido comunista 1848.

El, ella y la respiración (de él)

La respiración te ahoga, es una necesidad y a la vez es la muerte misma, el desvanecer del hombre por sí. Implica simplemente un recorrido por la cavidad traqueana del aire o del oxígeno, y la liberación por la misma cavidad del dióxido de carbono, un ida y vuelta, como las plantas. Uno, dos, tres, cuatro... ella cuenta sin parar, es mi cabeza la que cuenta sin parar, porque es el ambiente que me asfixia, pienso si esto será hereditario, -¿lo habrán sufrido mis ancestros cuando patrullaban las minas?-...cualquier cosa sirve cuando todo parece inútil. Es casi contradictorio, pero es esto mismo lo que produce que busquemos nuevos sentidos a las cosas, que las resignifiquemos. Dar un nuevo sentido... y respiro...

Es ese maldito ronroneo gástrico que tiene, me retumba en la cabeza, su respiración de vasos de culo grande, casi gigantesco y humo de ensueño, cosas que ya venían con ella de toda la vida; y son sus ojos, que aunque cerrados, parece que te miran, pero con ternura, entonces no llega a ser algo tenebroso, ni siquiera cuando se sienta dormida en la cama y te mira como si te quisiera introducir en su sueño, porque ella sueña sin estática, no puede consigo, no puede ser normal y quedarse tumbada como en un ataúd, (¡como todos!) ella se tiene que sentar en la cama y balbucear en algún idioma que me es imposible descifrar, ni aún siendo un catedrático, un academicista, porque son idiomas que ella sueña y sólo están en su cabeza. Me gustaría que algún día me los enseñe.

Ya no pasa por tomar un vaso de leche tibia, charlar solo a oscuras con el cigarro que deja suicidar rastros de su ser; ni siquiera vale la pena intentar ver filmes a través de un aparato que ya ni entiendo, ya nada vale. Esa insoportable visión en el espejo de mi mismo, algo que ya ni soy. Porque, realmente, ¿quién soy?. Se me ocurren varias respuestas y a la vez hay una respuesta que aplasta a las otras, y así como una pieza de dominó haciendo temblar a otras ¿soy uno más o un producto que fue hecho con las maquinitas pedagógicas del sistema?. Es terrible saber que ni siquiera apartando la mirada puedo olvidarme de quién soy. De cómo fui. Lo único que quizás puedo llegar a fantasear en un sueño mágico es mi futura existencia, y me asusta, ¡si!, me aterroriza, porque ya no existe lo humano en mi, es decir somos como máquinas en un traje de piel, de pelos, de sudor. De repente me acuerdo que ella está en la cama, está relajada, sin pensar, sin saber que yo lo hago sin parar, pero lo único que me blanquea la mente es su piel, sus besos, sin embargo lo mejor, lo realmente épico es su risa.

Su cuerpo se tambaleó en la silla, eso que llaman escalofrío, pensó. Prendió un nuevo cigarrillo y hecho una mirada hacia el cuarto, para lo cual tuvo que voltear ambos hombros y ponerse en una posición digna de gimnasta ruso. La leche tibia, esa que no se quería tomar, porque ya la tenía hasta en sus venas, se enfriaba. El dejaba que se enfríe hasta que se creaba una ilusión, su mente, su inconsciente quería que esa leche no estuviese ahí, pero como eso no iba a pasar, lo que hacía llegar a su parte consciente era una mentira piadosa (la cual paso a detallar), si él dejaba que leche se enfriara, quizás con el tiempo después de su putrefacción, se desvanecería, si esto fuera así, -pensó- es muy parecido al proceso de la muerte humana. Se durmió plácidamente, mientras ella oficiaba de maniquí en su cama, sentada casi vigilándolo.



M.V.P.

GA

Descripción de lo afectivo

Complicidad

Entrar a aquel departamento significaba un poco más que pasar una noche para estar más cerca de la facultad la mañana siguiente, significaba tranquilidad, soledad, armonía, resplandor, independencia.
Si bien su empapelado caía de maduro por los años, era una habitación hermosa, al llegar abríamos su gran ventanal de vidrio para dejar entrar el sol, y asomarnos por su viejo balcón con vista a la calle Estados Unidos, viendo pasar diariamente el 23. Todos los mediodías y tardes contábamos con la alegría de los chicos que salían de la escuela que estaba en la esquina, sus gritos y habladurías llegaban siempre hasta nuestro quinto piso.
Al ser un edificio que ya había cumplido bastantes años, conservaba en sus habitaciones los timbres para llamar a la servidumbre que tenían su cuartito detrás de la cocina, tenia pisos de madera ya gastados, necesitaban una buena lustrada que nosotras no le dábamos, sin embargo nos pasábamos largas horas charlando acerca de la ubicación de los pocos muebles con que contaba: una cama grande, una biblioteca chiquita forrada con el mismo papel que las paredes llena de libros viejos, una mesa, dos sillas y un sillón cama de una plaza forrado en cuero bordo. La otra habitación contaba fotos de amigos, familia y dejábamos allí unos libros leídos de Sabato, Cortazar y Borges. Salón de lectura nos gustaba llamarlo, allí prendíamos suaves sahumerios de limón o coco, según la ocasión y el estado de animo.
Durante la mañana, la radio estaba siempre en el mismo dial, 99.9, “El show de la noticia”, luego venían los mates amargos, era una mañana simple que se perfumaba a olor de desodorante Rexona en aerosol antes de partir a la facultad. Era un rico aroma el que dejaba en el aire, aunque no fuese duradero.
Y es aquel cuarto el que siempre esta el que evocó una fragancia de un jazmín antiguo, la maravilla del cuarto de baño. Al abrir la puerta del cuarto de baño, oh maravilla, de momento el picaporte era un picaporte de toda la vida. Un picaporte de cerámica blanca, con su metal. Si maravillosa era la cerradura, el trono era ya para encariñarse y verlo como un gran sillón de fotón, era realmente antiguo. Era lindo ir al baño, te sentías bien, incluso cuando estas apurado y siquiera tenes ese tiempo para una ultima pasada. Un trono de toda la vida, con forma de trono, con sus bruñidas tuberías de cobre. Con su tapa de madera. Ah, la madera. Qué maravilla que los objetos que siempre fueron de madera no hayan sido sustituidos por el plástico. Y qué digna de admiración la cisterna, allí arriba, en toda su majestad, como el rompimiento de gloria de un retablo barroco. Y, tenía una cadena... ¡de hierro!. La bañadera estaba dentro de una caja de cristal con puertas corredizas, que cuando el agua estaba muy caliente llegaba a convertirse en un sauna.
La cadena de hierro era de hierro, y la tapa de madera era de madera, y la cerámica del lavabo era de cerámica, y el metal de los grifos era de metal, y el papel del rollo era de papel y de color de papel, no rosa, no amarillo, no estampado a floreritas.
Igualmente donde más nos gustaba pasar el día era en aquel cuarto, aquel en el que estábamos siempre, leyendo, charlando, asomadas al balcón, limpiando, bebiendo alguna cerveza, o simplemente escuchando algo de música, solo estábamos. Era nuestro lugar preferido, el que habíamos decorado y llenado de cosas nuestras, Recuerdo como los olores se mezclaban ahí adentro, de repente todo olía a nuestra infancia, a nuestros recuerdos.
Casi siempre sonaba algún casete viejo, con la cinta ya un poco húmeda pero no lo suficiente de Silvio Rodríguez, o Baglietto junto a Carre. El clima ahí dentro era calido por las tardes y fresco por las noches, frescura que golpeaba en nuestros rostros aliviándonos de toda intranquilidad.
Aquel cuarto era un lugar fantástico para mí. Colmado de objetos de arte popular... Era una mezcla de taller y cuarto donde se vive. Era ideal.


Maria de los Ángeles Milan - Grupo Astrolabio